En _Santiago del Estero_, en la localidad de _Piruaj Bajo_, a 20 kilómetros al este de _San José del Boquerón_, *100 familias campesinas* resolvieron junto a *ProHuerta (Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación + INTA)* la falta de acceso al agua con cisternas de placa y red de distribución de agua con energía solar.
A _Piruaj Bajo_ se accede por un camino de tierra que en épocas de lluvia o sequia se torna intransitable, no hay energía eléctrica y la señal de teléfono es nula. Es una zona aislada y con muchas necesidades básicas insatisfechas. A pesar de las dificultades, allí viven 100 familias, con un promedio de cuatro integrantes y en crecimiento.
La falta de acceso al agua era una de las problemáticas más fuertes en la zona, debido al tiempo invertido y al impacto en la salud que les genera el modo en que lo resolvían. La comunidad utilizaba el agua de un pozo surgente, que si bien entrega agua con arsénico, aun así la población la consumía porque era la única fuente de agua disponible. Mujeres y niños dedicaban al acarreo de agua del pozo, alrededor de cuatro horas diarias, a pie, en bicicleta, con baldes de residuo de agroquímicos.
Organizados en la ‘Mesa de Tierras’ de la parroquia de San José del Boquerón y junto al *Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación* y el *INTA*, comenzaron en 2017 a ejecutar *Proyectos Especiales ProHuerta* en la zona del Salado Norte buscando soluciones integrales a la falta de agua y mejoró la calidad de vida de las familias.
Se construyeron 55 cisternas de almacenamiento de agua de lluvia, y se está terminando de instalar una red de agua con bombeo solar que abastezca de 1000 litros diarios a cada casa de familia, para aliviar el uso de agua para uso doméstico y productivo. Esta experiencia se suma a las 52 cisternas ya construidas y las 86 por construirse de la mano de *ProHuerta* en la zona del *Salado Norte*.
Las comunidades participaron de la ejecución desde un primer momento con trabajo solidario y conjunto. Armaron grupos de trabajo de menos de diez familias para la construcción de sus cisternas apoyándose unas a otras. Se capacitaron y organizaron de manera comunitaria generando procesos de crecimiento muy importantes en las comunidades.
De a poco, gracias a la disponibilidad de agua, las familias que antes vivían de productos forestales y de la cría de animales, hoy producen su alimento en las huertas comunitarias y familiares que se van multiplicando.